• Porque no deja trabajar a nuestra musculatura abdominal. El cuerpo interpreta la faja no como una elemento externo, si no como algo propio que le va a quitar trabajo. Esto supone la desactivación de la musculatura del abdomen, justo en el momento en el que tiene que haber una mayor conciencia y un mayor trabajo. Así, cuando te la quites (porque en algún momento tendrás que quitartela) empezarán los problemas (digestiones pesadas, dolores de espalda…) porque a tu abdomen se le ha olvidado cómo trabajar. Y, aunque no lo parezca, el abdomen se encarga también de eso.
  • Provoca una hiperpresión abdominal. Tus vísceras van a estar comprimidas e incluso puede que te cueste respirar ya que el diafragma no tiene espacio para desplazarse. Y lo que es peor, a medio y largo plazo pueden aparecer problemas en suelo pélvico derivados de esta hiperpresión que se sumarán a los que pueda haber debido al embarazo y al parto.

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